¿Qué le parece si hacemos oficial un horario de trabajo que se acomode a las necesidades de las mujeres con hijos?
Así mismo como se hicieron oficiales la licencia de maternidad y el horario de lactancia; pero mejor. No sería complicado; mire, solo habría que implementar estos dos pasos:
1. La licencia de maternidad se extendería hasta que el niño y la madre estuvieran preparados para separarse.
2. A partir de ese momento, se habilitaría el horario de maternidad; el cual le permitiría a la madre dejar a su hijo en el colegio (o con un cuidandero) y recogerlo para regresar a la casa.
A continuación le expongo un caso práctico:
El caso de Liliana
[Si todo sale bien] Liliana se desocupa de dejar a sus hijas en el colegio a las nueve de la mañana; eso le da tiempo para conversar con los papás a la salida y para participar en las asambleas semanales con los estudiantes. Liliana calcula que estaría lista para empezar a trabajar a las diez de la mañana. A las dos de la tarde, Liliana debe empezar a organizarse para recoger a sus hijas.
El horario de maternidad de Liliana, sería de diez de la mañana a dos de la tarde. Esa cantidad de trabajo diaria permitiría que Liliana desarrollara otras competencias, eficientemente, por fuera de la casa, y un beneficio para la empresa que contrate sus servicios
Este horario, por supuesto, constituye una opción para la madre [o el padre] que desee volver a trabajar por fuera de la casa y esté dispuesta a contratar los servicios que, por su actividad laboral, no pueda desempeñar personalmente. Ejemplo: lavado, doblado y planchado de ropa; limpieza profunda de baños y ventanas; cenas navideñas, y otras celebraciones familiares. La madre [o el padre] que no quiera acceder al horario de maternidad, bien puede seguir desempeñando y administrando todo el trabajo de la casa, "con la ayuda y el esparcimiento necesarios".
Si esta idea le pareció una locura, le recomiendo volver a leerla y pensarla de nuevo. Recuerde que en el Renacimiento a Galileo lo acusaron de blasfemo, y que en 1922, el mundo se puso patas arriba, cuando Henry Ford introdujo la jornada laboral de ocho horas diarias.
Así mismo como se hicieron oficiales la licencia de maternidad y el horario de lactancia; pero mejor. No sería complicado; mire, solo habría que implementar estos dos pasos:
1. La licencia de maternidad se extendería hasta que el niño y la madre estuvieran preparados para separarse.
2. A partir de ese momento, se habilitaría el horario de maternidad; el cual le permitiría a la madre dejar a su hijo en el colegio (o con un cuidandero) y recogerlo para regresar a la casa.
A continuación le expongo un caso práctico:
El caso de Liliana
[Si todo sale bien] Liliana se desocupa de dejar a sus hijas en el colegio a las nueve de la mañana; eso le da tiempo para conversar con los papás a la salida y para participar en las asambleas semanales con los estudiantes. Liliana calcula que estaría lista para empezar a trabajar a las diez de la mañana. A las dos de la tarde, Liliana debe empezar a organizarse para recoger a sus hijas.
El horario de maternidad de Liliana, sería de diez de la mañana a dos de la tarde. Esa cantidad de trabajo diaria permitiría que Liliana desarrollara otras competencias, eficientemente, por fuera de la casa, y un beneficio para la empresa que contrate sus servicios
Este horario, por supuesto, constituye una opción para la madre [o el padre] que desee volver a trabajar por fuera de la casa y esté dispuesta a contratar los servicios que, por su actividad laboral, no pueda desempeñar personalmente. Ejemplo: lavado, doblado y planchado de ropa; limpieza profunda de baños y ventanas; cenas navideñas, y otras celebraciones familiares. La madre [o el padre] que no quiera acceder al horario de maternidad, bien puede seguir desempeñando y administrando todo el trabajo de la casa, "con la ayuda y el esparcimiento necesarios".
Si esta idea le pareció una locura, le recomiendo volver a leerla y pensarla de nuevo. Recuerde que en el Renacimiento a Galileo lo acusaron de blasfemo, y que en 1922, el mundo se puso patas arriba, cuando Henry Ford introdujo la jornada laboral de ocho horas diarias.

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