Yo vengo de una familia católica. Antes de cumplir el año, me bautizaron; a los nueve hice la primera comunión, y a los catorce me confirmaron. Estudié en un Colegio de monjas, y me gradué sabiendo que lo más valioso que tenía una mujer, era "su dignidad". Aparte de ser muy timida y bajita, era buena estudiante, asendosa, delgada, y tenía el pelo largo y bonito. Si todo salía bien, debía casarme con un buen muchacho, y convertirme en una esposa fiel y una mamá amorosa y responsable.
Yo no tenía ningún motivo para pensar que no iba a ser fiel, por ejemplo. Los únicos infieles que yo conocía eran los hombres, y las únicas infieles... las putas. Mis tías y mis primas todas eran prácticamente santas. El único polígamo de mi época era el señor Roa; pero ese ni siquiera era un señor, era un arroz, de una propaganda.
Yo no tenía ningún motivo para pensar que no iba a ser fiel, por ejemplo. Los únicos infieles que yo conocía eran los hombres, y las únicas infieles... las putas. Mis tías y mis primas todas eran prácticamente santas. El único polígamo de mi época era el señor Roa; pero ese ni siquiera era un señor, era un arroz, de una propaganda.
"Roa, el señor arroz
de las señoras."
La monogamia era un hecho, incuestionable. De manera que después de casada, a la primera sospecha de que me gustara alguien, le seguía la sospecha de que algo no estaba bien en mi matrimonio, y de que mi media naranja, podía estar aún en otra parte (qué tonta...). Pasó mucho tiempo, y pasaron muchas cosas, antes de que me diera cuenta de que los humanos, no éramos animales de una sola pareja; como sí lo son los cisnes, los pingüinos, los guacamayos azules, y los caballitos de mar. Pero también me di cuenta de que entre los humanos, el amor y la familia, están muy por encima de todo eso. Con la excepción de las telenovelas Venezolanas y Mexicanas, y de las dolorosas y lamentables tragedias humanas, en las que, por no aceptar nuestra humanidad, nos creemos el cuento de las putas, las brujas, y las locas.
Bien le decía Richard Holbrooke a su adorada Kati*,
somos más fuertes que la mugre.
*Kati Marton es la autora de Paris, A Love Story. Foto de observer.com

Nunca he comentado en un blog y espero que sea mi primera y última. Me encontré con tu blog y me llamo la atención el título de unos de tus temas “Cuentas de Putas, Brujas y Locas” me pareció un título atractivo y pensé que algo irreverente iba a encontrar en su contenido. Leí el primer párrafo y me sentí identificada por que veo que tenemos la misma formación de familias católicas y que nos ensenaros los mismo “valores” .... la única diferencia es que no estudie en colegio de monjas ( gracias a Dios!!!..). Todo lo que describiste es exactamente lo que vivi en mi infancia y gracias al comentario sobre el Sr. Roa (o Mustafa como lo llamaban sus 3 esposas en el comercial) pude identificar que crecimos en el mismos país de Latinoamérica.
ReplyDeleteSin embargo, a medida que uno crece y dependiendo de las experiencias vividas, creo yo, que entra a jugar un ingrediente muy importante y es la capacidad de tener su propio criterio. Me parece un poco irresponsable y cobarde (no uso estas palabras con el ánimo de ofender sino de describir textualmente lo que pasa por mi mente) que a la edad madura (que me imagino que tenemos) usemos como pretexto que fuimos educadas en un entorno católico “puro” santo y siguiendo telenovelas “rosas” (como son Topacio. Cristal, los ricos también lloran entre otras) para disculpar nuestros actos (sean buenos o malos). No creo tampoco en el Catolicismo como institución, ni en la fidelidad como no la ensenaron (solo se aplica a las mujeres). Es cierto también que el ser humano no fue hecho para estar con una sola pareja (no solo lo muestras los animales sino también la historia) no solo estamos hechos de carne, huesos e instintos (otras cosas nos diferencian de los animales). Pero si creo que es mejor no perder a la persona que se quiere pensando que la media naranja estará en otro lado… esa idea también forma parte de nuestras fantasías de infancia.
No es ningún pretexto, ni son excusas, Perla. Los actos a los que me refiero en este texto, para mi, no son ni malos ni buenos, son humanos. Igual que para mi tampoco hay culpables, todos somos víctimas, de los inventos: el amor no es un cuento de novela, ni una promesa. Te agradezco mucho por tu comentario. Entiendo a que te refieres cuando dices que "es mejor no perder a la persona que uno quiere por pensar que "la media naranja" está en otra parte. Ojalá que no sea la última vez que comentes sobre un tema que te interesa. Espero haberme hecho entender mejor esta vez. Ya es tarde. Besos.
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